sábado, 8 de marzo de 2008

Ni una mujer menos, ni una Muerta más

Este día, quiero hacer un homenaje a todas aquellas que murieron por luchar, que las silenciaron por la espalda, como esparpajos en la lluvia...a quienes no nos acompañan en este terrenal mundo.
A Mónica Briones y tantas otras mujeres, nuestras muertas.
Como dice nuestro Grito: No hay nada que celebrar, mucho que protestar¡¡¡
Las mujeres, guerreras y paladines de la palabra, hacedoras de consciencia, hemos sufrido la mordaza por siglos.
Es hora que nos levantemos y alcemos nuestras voces, exijamos derechos inapelables y que se promulgue nuestro Protocolo Facultativo de una vez¡¡

Las voces lésbicas se unen al torrente subversivo, para entonar el cántico rebelde que nos llevará hacia la libertad.

Feliz 8 de marzo...¿Feliz? habría que cuestionarse esa frase, mujeres, a devolver las rosas, no queremos ni dulces, ni flores, queremos nuestros derechos, contratos de trabajo dignos, leyes laborales, no más discriminación ni exclusión.

Este 8 de marzo, a repletar las calles y protestar por nuestra dignidad.
http://textosatena.blogspot.com/2008/03/discurso-8-de-marzo.html

miércoles, 5 de marzo de 2008

Se creó en sus ojos


Como una fugaz ceremonia de estrellas dejó que la envolvieran sus sensaciones.
Abismantes fueron sus cavilaciones después de la inmensa noche de insomnio. Sí. Había reconocido que fue por su recuerdo tan presente en su memoria.
¿Sería difícil intentar olvidarla? ¿olvidar aquella tórrida tarde en que se arquearon sus vértebras al ser aprisionada contra la rigurosidad de aquella pared? ¿Qué las marcas ineludibles de su amante no se borraban de su piel?
Aquella tarde se había propuesto intentar no contestar el teléfono, más su intento fue fallido, ahí estaba la colmena de sus apetencias…esa mujer que enloquecía cada uno de sus movimientos intempestivos.
“Como un prendedor de camafeo” que se mueve al compás de la agitación, su sangre subía por las venas hirvientes. La voz del otro lado del teléfono sonó ajena, gélida y sin matices de algo que ella pudiese interpretar.
Imaginó las muchas resignificaciones que se le podrían asignar a esas frases dichas con tono glacial, mas se reprochó el haberlo siquiera pensado, no sería tan autocompasiva.
La cita ya estaba echa, ni modo, pensó, habrá que acudir, no existía escapatoria alguna.
Se miró en el espejo retrovisor del auto y emprendió la carrera loca. Casi chocó en una avenida, se reprochó aun más severamente por estar embebida en sus pensamientos.
Llegó puntual, ella estaba allí, tan hermosa como la recordaba hace 6 años. La miró sin poder ocultar el dolor del recuerdo, de cómo …de por qué…. Aun no se perdonaba a sí misma por aquel episodio. ¿Me odiará todavía? ¿Indiferencia?
La vio sacar de su bolso un manojo de cartas maltrechas. de pronto vio con asombro que en sus labios asomaba una sonrisa: te las dejó, me rogó que te las entregara…. Está en casa aún….es decisión tuya…adiós.
No, se dijo, no podría ir a esa casa, esa casa que compartió con su novia antes de que su madre apareciera…antes de que cometieran el crimen de amarse y ser cómplices y que la propia madre fuera su peor fascinación, su peor ansia, su fatal deseo.
La vio alejarse por las calles, pensó en esa memoria trunca, en ese ayer, en ese antes…

Antes….cuando se creaba en los ojos de su amante, la culpa del deseo insaciable.

Atena Rodó