jueves, 5 de mayo de 2011

Locura viajera




Hubo un tiempo en que pensé que la determinación no bastaba para iniciar un viaje hacia la locura…
Recuerdo esos días como si fuesen hoy, aún entre las sábanas que albergaron su piel, aún en el perfume que dejó…
Entablamos diálogo y una amistad profusa, de lejos…muy muy lejos, no pensaría jamás que tomaría la determinación de subirse a un avión y hacer el sueño posible, real.
La magia se inició cuando pisó el aeropuerto y nos encontraos en aquel lugar marcado por ambas.
Acababa hace un tiempo de divorciarse de un cancerbero de sus ilusiones y por fin iba al encuentro de un delirio prohibido.
Las cadencias caribeñas comenzaron a sonar y el encuentro de nuestras pieles fue todo uno…
Recuerdos…recuerdos… se aparece en mi mente su vientre, delicado, sus profusos labios carnosos, sus ágiles piernas de seda, gemidos…gemidos…. Sudor entre sudor y las sábanas que nos refugiaban en esa madrugada enloquecida.
Sabíamos que era imposible, que habría sólo esa oportunidad para desatar esa pasión febril castigada por la distancia.
Nuestras ansias pudieron más, y los mares profundos se elevaron hasta romperse tras las rocas… nuestros cabellos se fundieron al igual que nuestras bocas, al unísono sentíamos a cada minuto, como el palpitar del corazón se encabritaba…
Las horas raudas galopaban, había que aprovechar cada segundo… los días se sucedieron entre risas, fuego y pasión… era su primera vez en el mundo sáfico y debía ser la sacerdotisa que la iniciara en los recorridos del placer dionisíaco venusiano.
Las velas se consumaban al igual que nuestro idilio secreto… albergábamos en nuestra esencia el sabor dulce de ambrosías impensadas, marea…marea….
Cada explosión de la carne, cada arrebato, tornamos en borrasca, cada suspiro exhaló la garganta, hasta morir en hartazgo y dicha.
Fuimos ninfas amantes tras la luna, fuimos sangre y lujuria, fuimos nido y fragilidad, locura e intensidad… fuimos..fuimos…
Hasta llegar a la temible partida, cuando sus ojos nublados de llanto eternizaban ese lánguido adiós…. Al dejar mi piel aun encendida de su calor, aun poseída de su fuego… hasta guardar cada lágrima que lanzó sobre mi vientre… adiós…. Le gritaban de igual modo mi silencio y la mirada agónica….
La vi desaparecer lentamente, hasta esfumarse en la carretera, rumbo al aeropuerto que la llevaría a ese pueblo montañoso …volaría sobre los mares de este largo y delgado terruño hasta posarse en su morada… para luego sentarse en el quicio de su ventana, suspirar, profundamente, añorar y recordar…recordar… y atesorar ese amor nacido entre montañas y mares distantes…. Tras una locura viajera, inolvidable.