Esta tarde otoñal
romperá los quejidos de las hojas
que dan paso sin tregua
a los besos mudos de la tarde
oirá los ruidos la hierba
de las amantes perdidas
encontrándose a tientas
por el ocaso cómplice
lunas enteras
rodeándo sus sueños
y sus cuerpos enlazados
sempiternan los bosques
no hay vientre
que se agite vehemente
sobre su torso desnudo
abismante
delirante
entre los nubarrones prontos
y la locuacidad de la noche
inquietante
lunes, 23 de abril de 2012
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