Me miraba plácidamente, mientras jugueteaba con mis rebeldes mechones desordenados.
Me divertía al mirar su sonrisa traviesa pasar de lado a lado a mi rostro, sin inmutarse del torbellino de sensaciones que ocasionaba en mí sus juegos pseudo infantiles.
La miré, extasiada de tanta magnificencia, sus tornasoleados brazos giraban ya sobre mi espalda, que intentaba no caer en huracanes desenfrenados de mares tempestuosos.
Entonces, fue allí, en ese instante, en el que encontré, en sus ojos profundos, la piedra que buscaba, el asidero que necesitaba desenfrenadamente, casi con angustia. En este instante mágico, supe que se había acabado la búsqueda frenética, que allí estaba el remanzo calmo de la realización humana, en esa mujer a la que pertenecía la historia de este camino.
Se levantó, caminó hacia la orilla del lago, la seguí a tientas sientiendo el líquido adentrarse hasta mis cabellos.....y me hice torrente infinito en sus ansias.
Atena Rodó
2 comentarios:
me encanto! *-*
Un placer y agradecida de su comentaria Srta. Carolina
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